viernes, 6 de junio de 2014

El lugar de la ortografía.

Veo a diario que empeoramos nuestro "nivel" de escritura, que los jóvenes escriben mal, que el número de usuarios de la lengua que se cagan en la ortografía cada día es mayor y no se ha escuchado ninguna voz que saliera a defender este statu quo, que justificara este nuevo modo de escribir totalmente alejado de las normas básicas de escritura. Que la didáctica general está en crisis, lo sabe cualquier persona que viva de este discurso en tanto son insostenibles los intentos por seguir adelante con el aplicacionismo.Los profesores sabemos mejor que nadie que las teorías generales solo tienen valor en tanto patrimonio cultural compartido, pero que hay una importante brecha entre el "sujeto" que aprende como construcción teórica y el estudiante empírico. Estamos cansados de las teorías " metiches” que nos dicen cómo enseñar a causa de que ya está visto que las fórmulas "remediales” que emanan de los documentos curriculares y las didácticas generales solo son pálidos acercamientos en relación al conocimiento específico que nos brinda la praxis misma, la experiencia en el salón de clases. Más allá de los zigzagueos de las modas epistemológicas, la experiencia en el aula goza de la cualidad de seguir siendo "la realidad" de la escuela y la didáctica general nos habla de un objeto muy distinto al que apuntamos todos los días. Es decir que más allá de que el discurso de la didáctica general está en crisis, la ENSEÑANZA sigue fluyendo por sus propios carriles y los intercambios socioculturales no se han detenido: Un profesor le plantea a otro la lectura de un libro y en la simplicidad de este intercambio surgen nuevos acercamientos y logros que, dado  el estado general que se respira en el ámbito de trabajo, pasan inadvertidos, o lo que es peor, uno se los calla por temor de ser pedante frente al tan arraigado discurso social del caos educativo: los "chicos" no saben nada."Pero cómo puede ser que esos estudiantes, por arte de magia, no digo todos los días, de vez en cuando tal vez, se pelean por leer en voz alta, por leer sus producciones...".Nos causa extrañamiento sentir en el plano íntimo que los estudiantes están respondiendo a nuestras propuestas porque no confiamos en nuestra propia especificidad como educadores: la de formular modos de enseñanza propios.
Cualquier profesional o "comunicador social", tiene fueros para opinar sobre enseñanza, el "deber ser" del estudiante, los docentes y la Educación como cuerpo social uniforme, un monstruo de miles de cabezas que piensan igual y de dirigen en línea recta hacia el mismo objetivo. Pero la realidad es que cada escuela, cada aula, es un campo de lucha entre ideologías que no se hacen explícitas pero gravitan en el aire y cada mañana nos enfrentamos a los fuertes prejuicios culturales de los colegas y de los propios estudiantes y lo más complejo es que en nosotros mismos, como profesores situados históricamente en determinada posición social, tenemos prejuicios constantes respecto del otro. Todos opinan sobre "qué es lo mejor para los chicos" o peor aún "qué es lo mejor para la EDUCACION" lo cual atenta contra la especialidad misma de nuestro trabajo, esa artesanía irrepetible de todos los días en la que estamos inmersos como en una novela que no se entiende si no se lee desde el principio...
La palabra artesanía, comenta Bombini en la UNSAM, nos llama la atención respecto de la naturaleza del trabajo docente: el artesano no es el artista. Eso es lo que a veces duele y opera como obturador de lo realmente valioso en la profesión: hablando puntualmente del profesor de lengua y literatura, duele asumir que mas allá de querer ingresar al campo de la literatura como productores, somos PEDAGOGOS, maestros o como fuera que se llame el oficio de enseñar "la lengua".
He aquí otro problema "la lengua" a secas, disculpen la grosería ,no existe: existe la lengua en uso, situada sociopolíticamente, cada modo de apropiación del sistema lingüístico supone la pertenencia a un grupo etario, de género, de clase social, profesión, lugar de residencia...Lo que hace el profesor de letras es enseñar la lengua legitimada por los mandatos hegemónicos de los que enana la vigilancia epistemológica:los centros académicos. No es cierto que "los ricos" a secas, también, impongan sus modos de decir, de escribir ý de codificar lo que está bien o mal. El campo mismo de las teorías sociolingüísticas ya los empaquetó y para ser rico hecho y derecho, hay que apropiarse de los bienes simbólicos de poder.
Es frecuente que las personas que acceden a cierto capital económico se sientan incompletas y necesiten ingresar al mercado del arte y la literatura para poder adquirir también sus bienes...La lengua, el habla y la literatura son índices sociales tan brutales como lo son algunos metales preciosos que  cotizan en función de su rareza. Estos valores de orden simbólico que gravitan en lo real, se mueven con reglas muy similares a las de la economía. Tampoco es cierto que los bienes económicos y la economía de la cultura viajen por rutas diferentes, porque por lo general, si bien existe la figura del intelectual pobre, lo cierto es que los pobres de mi país, los que tiran de un carro todos los días, no pueden acceder ni a los bienes materiales ni a la lengua socialmente legitimada.
Por esto quiero contextualizar mi trabajo y decir que "hablar bien", "escribir bien", "leer bien" para nosotros es el modo de apropiación de las clases dominantes de la cultura cuya posesión o carencia tienen un correlato directo en la vida cotidiana, en los ingresos, en el acceso a determinado nivel de vida.
La ortografía es uno de esos valores socioculturales cuyo aprendizaje garantiza más que ningún certificado, el ingreso al "campo laboral" y se utiliza como parámetro de nivel educación más que ningún otro saber escolar porque está visto que en cualquier entrevista ante un empleado de recursos humanos no nos indagarán sobre logaritmos, ni sobre leyes de la física, nuestra carta de presentación es el habla y eventualmente, la escritura. Es una gran mentira decir que escribir bien y tener buenos ingresos son cosas diferentes porque más allá del conocimiento teórico de las reglas ortográficas en sí, un trabajador debe demostrar que aprendió a someterse a una regla, a una pauta o convención social que garantice el acatamiento de otras directivas más agresivas...
Es muy débil la línea que divide la corrección de la discriminación y la especificidad de nuestro trabajo es conocer estos devenires y formular teorizaciones respecto de cómo acercar la lengua legitimada al tiempo que la situamos en un contexto social.
Que los "chicos" escriban mal será bienvenido en este texto que , como un cadáver exquisito, tejemos entre todos en la red, en tanto constituye un acto de apropiación de una práctica que estaba cayendo en desuso: la escritura en la vida y la práctica social. Ya vendremos nosotros una o dos veces a la semana a pedirles que les usen a los sectores dominantes sus herramientas de dominio.