lunes, 13 de febrero de 2012

Escenas de lectura.

Un día mi papá la trató mal a mi mamá. Lloró mucho ella y no sé por qué, pero los cuatro diablitos lloramos a coro y mami estaba luchando como loca con César pero luchaba también con algo atragantado, los ojos vidriosos. Ella no lloraba nunca, pero ese día lloró con rabia y fuerza y parecía que algo se estaba por terminar para siempre.De pronto sacó El Principito y lo empezó a leer en voz alta...




Mi mamá también nos contaba siempre la historia de su alfabetización: eran muy pobres, no la mandaban a la escuela. Había que lavar ropa y darle de comer a las gallinas...Entonces conseguía: una hoja de diario vieja, la biblia, o cualquier cosa escrita (no eran tantas) que cayera en sus manos. De esto hace 60 años, época en que mi madre tenía 5. Sorprende que esto sucediera hace tan poco tiempo. A veces, agobiada por las tareas escolares, yo hacía un alto y le preguntaba cómo hizo para saber lo que significaba cada letra, cada sílaba, cada palabra, sin una maestra y ella me contaba que le insistía a su hermana mayor preguntándole "qué es esto", "qué se forma cuando se juntan estas dos letras" y sin necesidad de anotarlo en un cuaderno, lo recordaba, lo retenía en su mente hasta la noche. Cuando todos se dormían, sacaba una velita, la prendía y se ponía a decifrar el enigma hasta la hora en que le gritaban "apagá esa vela de una vez". A veces nadie le gritaba nada y se hacia el día...

 Mi adolescencia terminó un tiempito antes de la popularizacion de la web, escuchábamos Depeche Mode pero ni soñábamos con esta maravilla .Andar con un libro  abajo del brazo, aún daba prestigio entre los chicos, un halo de misterio que nos elevaba...leíamos en lugares y a horarios insólitos:en el tren, en la villita, en las plazas, buscando la noche pero también la mañana, tomábamos vino del más barato y nos poníamos sobretodo lúgubres.Un día la policía nos llevó a la comisaría. Estábamos leyendo y nos secuestraron el libro. Lo empezaron a oler y yo dije que no se olía que se leía..esa noche teníamos el pecho hinchado de orgullo de haber perdido la libertad por portación de libro y lengua filosa.

Mi hijito bebé, también padeció la angustia del no poder "leer". Armó uno de sus primeros berrinches  porque le quitamos de la boca un ejemplar de "No me grite" de Quino. Intentamos sustituirlo por otro libro aparentemente más atractivo: se resistió indignado y portestando con todas sus fuerzas, al tiempo que tanteaba los alrededores de la cama.Como no lo encontró, empezó a palpar su propio cuerpito...comprobando que al menos el sí estaba, que persistía entero, comprendiendo con rabia que él y el libro no son la misma cosa...
   

2 comentarios:

  1. Genial!!!!! El efecto de las primeras anécdotas al lado de las fotos de Pablín es demoledor. El final es muy muy muy lindo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias Paula, estoy trabajando un poco con lo autorreferencial, para entender las relaciones entre la literatura, la escritura y sobre todo las maneras de leer con el soporte Web.

    ResponderEliminar