Mis maldades.
Recién vengo de acompañar a mi hermano a la parada del
colectivo, la cual consiste en un sucucho de chapa rodeado de pastizales, sobre
Ruta Ocho. Una locura ponerse las sandalias con plataformón, pero no me quedó
otra, caso de apuro…La cosa es que en esa esquina baldía ahora hay una cancha
con muy lindo césped y se puede decir que es un espacio recuperado para el
deporte sano. Nada más lejos de lo real, sin embargo: allí se dan lugar las más
oscuras asociaciones que se puedan imaginar. Los “deportistas” son gente
fracasada en sus delirios futboleros, dicho fracaso lo amenizan con litros y
litros de cerveza. Algunos equipos son realmente patéticos: empleados contra
jefes, empleados que invitan a un jefe y le tiran los mejores pases…(no me lo
contaron, yo lo vi).Otros equipos de dudosa procedencia son los “amigos” contra
amigos, puesto que no existe la amistad
en el futbol de canchita alquilada, ya no dejan participar del evento deportivo
a cualquiera que se ofrezca a la ingrata posición del “ falta uno”, los
partidos son meticulosamente programados porque los jugadores , al no ser
profesionales, deben sortear muchos obstáculos : agenda, familia, trabajo,
descanso…
No me gustan los equipitos improvisados con la lógica del
“pan y queso” porque desde siempre dejaron afuera a los gordos, los putos, los
rengos, los tímidos y “al chico pobre”, mediocre como los demás, pero sin
dinero suficiente para el pancho, la coca y la cancha misma. Jugar de noche es
más caro, además, por la gran cantidad de energía que demanda la potente
iluminación que imitan los cánones televisivos y dan la sensación de escenificación,
de evento. Los usuarios de este complejo deportivo, salvo excepciones, vuelven
a sus casas en modestos vehículos, pero una o dos camionetas son de algún que
otro jefacho, pequeño o mediano garca. Garca lo defino como la persona que
tiene la mejor onda, las mejores intensiones, pero no dispone de tiempo para
ejercerlas a causa de que todo lo ocupa en hacer guita ( poca o mucha, no
importa el “romperse el orto laburando” para comprarse una camioneta fachera y
muy cara…).Pero a pesar de la modestia de algunos jugadores, el ordenanza cree
que anotar un punto para el equipo del “mejor” lo iguala de algún modo con el
garca que odia pero desearía ser en recónditas fantasías.
Sí, les tengo una rara especie de bronca…no a todos los
equipos, los pibes quedan más o menos a salvo de mi prejuicio. Pero los padres
de familia…dudo que introduzcan a sus hijos con la misma pasión a la danza, el
canto, el patinaje, la pintura, las lecturas…La mayoría deja “todo” por un rato
y se imaginan que son mejores jugadores que los otros y anotar un punto los
colma de placer…mientras la doña lucha con los hijos o los amantes, los
peluqueros, los psicólogos, los supermercados chinos, la telenovela
inverosímil…
Bueno,
el destino quiso que una vez que el gordo se tomó el colectivo, una pelota
volara, acompañada de un profundo UUUUhhhhh!!!!!, dicho a coro por el equipo damnificado.
El balón cruzó la ruta poniendo en peligro el pasaje completo del 303 y el 365,
quedó entre las ruedas de un vehículo particular y se estacionó en Chile y ruta
ocho. Yo crucé en cuanto el tráfico me lo permitió y primero pensé en un gesto
heroico: devolverles la pelota de una patada. Pero a medida que me aproximaba
al balón comprendía que era imposible alcanzárselos de un solo envión y que
sería un papelón mandarla de nuevo a la ruta…Además con las plataformas me era
muy difícil caminar guardando la compostura a sabiendas de que veinte tipos me
estaban mirando caminar de espaldas hacia la pelotita, con mi vestidito corto y
mis tacones y lo único que escuchaba detrás era ¡la pelota!,¡ la pelota!...En
fin, suma de todo y nada, tomé la pelota entre mis manos y les hice un gesto
bastante evidente que vendría a significar “chau”, caminé doscientos metros
hasta mi casa y salvo los gritos, nadie se dignó a correr por la pelota de
cuero negro y naranja (después la vi bien) demostrando así que el deporte es lo de menos en estos
casos …
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